No. 24 (Revisado 7/2004)

Los padres son usualmente los primeros en reconocer cuándo un hijo/hija tiene un problema emocional o de comportamiento. Aun así, la decisión de buscar ayuda profesional puede ser difícil y dolorosa para el padre/madre. El primer paso es tratar de hablar tiernamente con el niño/niña. Una conversación sincera acerca de los sentimientos a veces puede ayudar. Los padres pueden escoger el consultar con el médico del niño/niña, maestros, miembros del clero, u otros adultos que conozcan bien al niño. Estos pasos pueden resolver los problemas para el niño/niña y la familia.

A continuación se describen algunas señales indicativas de que una evaluación por un siquiatra de niños y adolescentes puede ser de gran ayuda:

EN NIÑOS/NIÑAS PEQUEÑOS

  • Cambios negativos importantes en el rendimiento académico.
  • Malas calificaciones en la escuela, a pesar de hacer un esfuerzo notable.
  • Mucha preocupación o ansiedad excesiva, lo que puede manifestarse en su resistencia para asistir a la escuela, al acostarse a dormir o al participar en aquellas actividades normales para un niño/niña de su edad.
  • Hiperactividad, inquietud, movimiento constante mas allá del juego regular.
  • Pesadillas persistentes.
  • Desobediencia o agresión persistente (de más de 6 meses) y conducta de oposición provocativa hacia las figuras de autoridad.
  • Rabietas frecuentes e inexplicables.

EN PRE-ADOLESCENTES Y ADOLESCENTES

  • Cambios marcados en el aprendizaje en la escuela.
  • Dificultad para enfrentarse a los problemas, situaciones o actividades diarias.
  • Cambios significativos en hábitos de dormir y/o alimenticios.
  • Frecuentes quejas físicas.
  • Representaciones sexuales.
  • Estado depresivo manifestado por un estado de ánimo y actitud persistentemente negativo, con frecuencia acompañado de apetito pobre, dificultad en el dormir e ideas relacionadas con la muerte.
  • Abuso de drogas o del alcohol.
  • Miedo intenso a tornarse obeso sin tomar en cuenta su verdadero peso al presente, purgar los alimentos o restringir el comer.
  • Pesadillas persistentes.
  • Amenazas de hacerse daño a sí mismo o hacerle daño a otros.
  • Comportamiento de inflingirse heridas o autodestructivo.
  • Arranques frecuentes de ira y agresión.
  • Amenazas de irse del hogar.
  • Violación persistente de los derechos de otras personas de forma agresiva o no agresiva; reto a la autoridad, ausencia a escuela, robos o vandalismo.
  • Pensamientos, creencias y sentimientos extraños o comportamiento poco usual.

Si los problemas persisten por un período de tiempo extensivo y especialmente si otros involucrados en la vida del niño/niña están preocupados, una consulta con un Siquiatra de Niños y Adolescentes o con otros clínicos específicamente entrenados para trabajar con niños/niñas puede ser de ayuda.

Para información adicional vea Información para la Familia:
#25 Dónde Conseguir Ayuda para su Niño
#57 El Desarrollo Normal de la Adolescencia: Escuela Intermedia y los Primeros Años de la Secundaria
#52 Evaluación Siquiátrica Integral o Comprensiva
#22 Normalidad
#58 El Desarrollo Normal de la Adolescencia: Los Ultimos Años de la Escuela Secundaria y Más Allá
#00 Definición de un Siquiatra de Niños y Adolescentes