No. 27 (Revisado 7/2004)
El número creciente de divorcios en los Estados Unidos y los cambios en los patrones familiares han dado lugar a un número creciente de segundas familias. Las segundas familias tienen que hacerle frente a muchos retos. Como cualquier otro logro, el desarrollo de buenas relaciones en la nueva familia requiere mucho esfuerzo. Cada uno de los miembros de estas familias ha experimentado pérdidas y está teniendo que hacer ajustes bien complicados en su nueva situación familiar.
Cuando se forma una segunda familia, sus miembros no tienen un historial común o no tienen el mismo modo de hacer las cosas; muchas veces sus creencias son muy diferentes. Además, un niño puede tener una lealtad dividida entre el padre con quien vive la mayor parte del tiempo y el que vive en otro lugar y a quien visita de vez en cuando. También, los recién casados no han pasado suficiente tiempo juntos para adaptarse a la nueva relación.
Los miembros de la nueva familia combinada necesitan crear vínculos fuertes entre ellos, de la siguiente manera:
- reconociendo y penando por lo que han perdido
- desarrollando nuevas destrezas para tomar decisiones en familia
- fomentando y fortaleciendo las nuevas relaciones entre: padres, padrastros, hijastros y hermanastros
- ayudándose los unos a los otros
- manteniendo y fomentando las relaciones originales con los padres naturales.
Aunque estos problemas son difíciles de resolver, la mayor parte de las segundas familias logran resolverlos. Las segundas familias utilizan a menudo a abuelos (u otros parientes), miembros del clero, grupos de apoyo y otros programas disponibles en la comunidad para que los ayuden con los ajustes.
Los padres deben de considerar obtener una evaluación siquiátrica del niño que manifieste sentimientos muy fuertes al encontrarse:
- tratando de lidiar él solo con la pérdida
- dividido entre los dos padres y las dos familias
- excluido de todo
- aislado por sus sentimientos de culpabilidad y de ira o enojo
- inseguro de lo que es correcto
- muy incómodo con cualquier miembro de la familia original o de la nueva familia.
Además, si los padres observan que los síntomas siguientes persisten, deben de considerar una evaluación siquiátrica del niño/familia:
- el niño se desahoga/dirige su ira hacia un miembro en particular de la familia o expresa resentimiento contra el padrastro/madrastra o el padre/madre
- uno de los padres sufre mucho estrés y no puede ocuparse de las necesidades crecientes del niño
- uno de los padres o padrastros demuestra favoritismo por uno de los niños
- la disciplina del niño se deja en manos de los padres naturales, en vez de incluir a ambos, padres y padrastros
- el niño llora con frecuencia o se retrae
- algunos miembros de la familia dejan de disfrutar de sus actividades normales (por ejemplo: aprender, asistir a la escuela, trabajar, jugar o estar con los amigos y la familia).
Los siquiatras de niños y adolescentes han sido adiestrados y son expertos en evaluaciones siquiátricas comprensivas tanto del niño como de la familia si se desarrollan problemas serios.
La mayor parte de las segundas familias, si se les da el tiempo suficiente para que desarrollen sus propias tradiciones y formen nuevas relaciones entre ellos, pueden proveer relaciones emocionales excelentes y duraderas en el matrimonio que ayudan a los niños a desarrollar la autoestima y fortaleza necesarias para disfrutar de la vida y enfrentar sus desafíos.
Para información adicional vea Información para la Familia:
#24 Sepa Cuándo debe de Buscar Ayuda para su Niño,
#1 Los Niños y el Divorcio
#52 Evaluación Siquiátrica Integral o Comprensiva
#8 Los Niños y la Pena por la Muerte de un Ser Querido
#66 Ayudando a los Adolescentes con Estrés